HISTORIA

Aguirre Ayanz, Tiburcio

(Vitoria, 1707- Madrid, 1767)
Socio honorario y protector (1765) de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País.

La biografía de este inquieto personaje podría servir para ilustrar el complejo proceso de gestación de la ilustración española, nacida desde el impulso personal de un grupo de novatores que desde finales del siglo XVII, en la mayoría de los casos de forma aislada y esporádica, anhelaban la modernización del país; hasta su maduración bajo la protección de las nuevas instituciones del estado borbónico. Tras un periodo de primera formación en la Corte al amparo de su abuela la marquesa de Montehermoso, ingresó en 1729 en el Colegio de San Bartolomé de Salamanca donde fue conocido por regentar una escuela o academia de Física experimental y por formar un gabinete de máquinas y una colección de Historia Natural. Completó por aquel entonces una biblioteca científica en la que no faltaron las novedades editoriales procedentes de Francia e Inglaterra. El marqués de Alventós le atribuye la traducción de los Entretiens physiques (París, 1729) de Noël Regnault.

Tras una efímera etapa en Pamplona, donde fue alcalde de corte del Consejo de Navarra, oidor de su tribunal y ministro de la Junta del Tabaco, a finales de la década de los cuarenta se asentó de forma definitiva en Madrid. En 1748 fue distinguido con un hábito de caballero de Alcántara y nombrado miembro del Consejo de Órdenes. En este mismo año se ordenó sacerdote para convertirse en el capellán del prestigioso convento de las Descalzas Reales. Fiel a la tradición familiar instaurada por su abuela, en 1754 Fernando VI le nombró sumiller de cortina y oratorio; y poco tiempo después, en 1759, el nuevo rey Carlos III le confió la educación del príncipe Carlos, futuro Carlos IV, a quien dedicó la edición de la Crónica de la orden de Alcántara de Alonso Torres y Tapia (Madrid, 1763).

Tiburcio Aguirre participó activamente en el academicismo ilustrado de los primeros Borbones, primero como miembro honorario (1735), supernumerario (1737) y académico de número (1744) en la Real Academia Española; y más tarde como consiliario (1752) y viceprotector (1753-1767) de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.

Todo apunta a que desempeñó un papel relevante en la institucionalización de la joven Sociedad Bascongada, de la que fue su protector y su segundo socio honorario, un cargo que desapareció con su muerte y que sin duda estuvo inspirado en el de viceprotector de la Academia de San Fernando, que en la práctica, como sustituto del protector, a la sazón el secretario del Despacho de Estado, aseguraba el control de la monarquía sobre la institución académica. Este modelo fue conocido en profundidad por el conde de Peñaflorida durante su estancia en Madrid (1758-1762), de la mano de personajes como Agustín de Montiano Luyando (1697-1764) y del propio Tiburcio Aguirre. Junto con éste y su sobrino, Francisco Javier Aguirre (1732-1763), Xabier María de Munibe tuvo la ocasión de participar en un acto académico –las Conclusiones de Matemáticas y Física Experimental defendidas por los jóvenes estudiantes— celebrado en el mes de junio de 1760 en el Real Seminario de Nobles de Madrid.

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