HISTORIA

La Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y Europa

por MONTSERRAT GÁRATE OJANGUREN
Amiga de Número de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País

La relación de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y Europa puede ser considerada bajo dos aspectos. En primer lugar, por la influencia que ejercieron sobre sus fundadores las sociedades y academias extranjeras. En segundo término, por la incorporación de numerosos personajes europeos a la Sociedad en su calidad de socios beneméritos.

El conde de Peñaflorida, fundador de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, conocía la existencia y organización de varias sociedades y academias europeas. Su formación y viajes al extranjero fueron fundamentales para impulsar la creación de la Sociedad. La idea de "unirse cierto número de celosos patricios para promover los intereses de la nación" tal y como recogiera Bernardo Ward en 1762, fue fundamental para la creación de corporaciones científicas en Irlanda, Suecia, Francia y la Toscana. Sus fines, entre otros, eran mejorar la agricultura aplicando los resultados de los experimentos y observaciones de sus miembros. Siguiendo aquellos ejemplos, la idea de Peñaflorida al crear la Sociedad fue precisamente la de conseguir que fuera un templo de sabiduría para lograr todo géneros de utilidades al país, a través del cultivo de las bellas letras y las artes.

Pero si las ideas ilustradas europeas (sobre todo francesas que incidían en el entorno inmediato y el utilitarismo social y económico), adecuadas a las circunstancias del país influyeron en el proyecto de Peñaflorida de 1764, los intercambios de ideas y conocimientos con Europa tuvieron lugar sobre todo, de dos formas: las estancias de miembros de la Sociedad en el extranjero, y la incorporación de distinguidos personajes al elenco de socios de la institución.

Dentro del primer grupo, destaca la presencia de los hermanos Elhuyar en la Universidad de Upsala, tras haber sido admitidos como socios de la Bascongada en 1778, e incorporados, ese mismo año, como profesores del Real Seminario de Vergara. En su viaje por Europa, estudiaron en la Escuela de Minas de Friburgo, y posteriormente viajaron por varios países europeos en donde visitaron fundiciones y minas. Al igual que los Elhuyar, otros socios de la Bascongada se desplazaron a Europa como viajeros, como Ramón Mª de Munive, o en calidad de alumnos pensionados para asistir a centros avanzados, en donde pudieron conocer los adelantos en la metalurgia y otros campos, en los que la Bascongada estuvo muy interesada. La finalidad era la de completar su formación en el extranjero. Entre los pensionados destacan: Antonio Mª de Munive, hijo del conde de Peñaflorida y Javier Mª de Eguía, hijo del marqués de Narros, cofundador de la Bascongada y secretario perpetuo de la misma. También pasó a París Jerónimo Mas, que ejercía como profesor de matemáticas en Vergara, pero que fue enviado a Francia para perfeccionar sus conocimientos en química, física y matemáticas. Y también fueron enviados a Europa como comisionados de la Bascongada, un relojero, Roque de Prada, y un lingüista, Martín Ramírez. El primero viajó a Ginebra con el fin de aprender el oficio de relojero. Al tiempo que escribía dando noticia de su aplicación, también informaba sobre algunas fábricas de hierro que allí se hallaban establecidas. Por su parte, Martín Ramírez pasó a Londres con el propósito de "instruirse en la lengua inglesa para poder enseñarla luego en el Seminario de Vergara. Las observaciones e informes que enviaban desde el extranjero los alumnos y viajeros, se fueron registrando en los Extractos de la Sociedad Bascongada.

La otra vertiente, la de socios europeos, su nómina es amplia no sólo por su número, sino por la calidad de los personajes. La presencia más importante fue la de los socios franceses. Dentro de este apartado destacan los científicos, aunque los hubo militares, políticos, juristas, etc.

Parece que la captación de los primeros científicos franceses o savants, incorporados a la Bascongada, fue obra de Antonio Mª de Munive y Javier Mª de Eguía. Entre ellos -aunque en algunos casos sea difícil encuadrarlos sólo como científicos- destacan hombres como P.C. Grignon, quien fue premiado por la Bascongada por su contribución de los barquines o fuelles para hornos de fundición; H.M. Rouelle, profesor de química con obras sobre la combustión del diamante; J. D'Arcet, autor de un informe sobre los resultados experimentales de los diferentes estados del hierro y su conversión en acero; L.J.M. Daubenton, redactor de varios artículos para la Enciclopedia metódica; L.B. Guyton de Morveau, autor de Elementos de química y colaborador de Lavoisier y Fourcroy. De él se dice que fue magistrado por razón y científico por pasión; A.F. Fourcroy, químico y profesor, además de político; N.L. Vauquelin, analista químico y fundador junto con el anterior de un establecimiento de reactivos en París; o P. Bayen, farmacéutico y con trabajos sobre los carbones minerales y métodos metalúrgicos del hierro. Tampoco se debe olvidar la figura de L. Proust, farmacéutico, químico y profesor en el Real Seminario de Vergara.

También sobresalieron en diversos campos del saber, los socios cuya actividad más relevante fue la política, como es el caso de J.F. de Montégut, consejero del rey en el parlamento de Toulouse, al igual que B.J.J. de Cérat, o L. d'Epinay, éste consejero en el parlamento de Navarra; el inspector de las minas de Baygorri, Chabeaussière, quien elaboró un informe sobre las minas de cobre de Orbaiceta, etc., además de otro personaje interesante como fue José Gerónimo Lalande. Este hombre polifacético estudió derecho y ejerció como abogado. Pero además se formó como astrólogo. Su abundante obra escrita pone de manifiesto sus saberes en distintos campos. Su trabajo sobre el arte de hacer papel, según se practicaba en Francia y Holanda, en la China y Japón, de 1761, fue conocida por los Amigos del País, que se interesó por la incorporación del personaje a la Bascongada.

Fuera de Francia, también hubo socios extranjeros en Suecia (el que fuera director de las fábricas de hierro), Escocia, Inglaterra o Sajonia. Y si importantes fueron los socios extranjeros, no lo fue menos, las relaciones que a través de ellos mantuvo la Bascongada con las sociedades y academias europeas más prestigiosa de la Europa de XVIII. El intercambio de ideas, los alumnos y profesores que se formaron en el extranjero fueron los mejores portavoces de los conocimientos más innovadores de la ilustración.


Bibliografía

Román Polo, Pascual, "Los elementos químicos, su descubrimiento y la Bascongada", lección de Ingresos, Nuevos Extractos de la RSBAP, Bilbao, 1996.
V Seminario de la RSBAP. La Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y Europa, Madrid, 1999.

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