Civilizar el futuro colectivo

Civilizar el futuro colectivo

por JUAN JOSÉ ÁLVAREZ RUBIO
Amigo de Número de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País

Esta dura crisis exacerba la búsqueda de soluciones individuales, del "sálvese quien pueda", de la vuelta a la autarquía. Con frecuencia, la crisis gripa el motor de nuestra solidaridad y nubla el horizonte futuro, incapaz de ser visionado por encima de las aspiraciones individuales de cada persona. Y en este catártico y duro contexto, la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País y sus miembros debemos elevar el listón de la generosidad vital, social e intelectual, para ser capaces de ilustrar desde la humildad y el conocimiento a esta sociedad y aportar reflexiones que permitan civilizar colectivamente ese futuro de nuestra sociedad vasca.

El significado profundo de los valores que dieron origen a la fundación de nuestra Bascongada ha de estar más presente que nunca. Mantener nuestras señas de identidad, ser fieles al legado histórico recibido, no ha de ser fruto de la mera inercia, sino el justo reconocimiento a quienes supieron adelantarse a su tiempo.

Somos hijos del wolframio, no debe cegarnos la postmodernidad glamurosa del silicio. El gusto por el trabajo bien hecho, el ejercicio de responsabilidad individual y colectiva en beneficio del bien social común, son valores a preservar y revalorizar. El altruismo intelectual, alejado de egos y vanidades individuales y la visión compartida de un proyecto han de seguir siendo referente de nuestro actuar.

Vivimos un presente acelerado, sin tiempo para la reflexión y el debate sosegado. La política vive presa de la cronocompetencia, todo ha de materializarse rápido, la urgencia atrapa el presente y nos olvidamos del pasado, sus enseñanzas y su proyección hacia el futuro.

Nuestra razón de ser como Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País impulsa la exigencia de seguir siendo fieles a nuestro pasado, a nuestros fines y objetivos, y pasar a proyectar ese amor hacia el país, ese deseo de ser útiles al país, desde nuestra aportación reflexiva, serena, constructiva, anclada en el presente e impulsada hacia la creación de campos de reflexión que aporten esperanza, ilusión, motivación, espíritu de mejora y superación. Hemos trabajado siempre desde la humildad intelectual, gestando proyectos útiles para la sociedad vasca, convertidos ahora en realidades autónomas y que desarrollan su papel creador en áreas como el derecho, la cultura, las ciencias o el euskera.

La omnisciencia queda para los sabios. Por ello debemos trabajar en auzolan, poner en común nuestros atomizados conocimientos al servicio de un objetivo social común, ha sido seña de identidad y dique frente a individualismos que frenen la visión conjunta de país y la interdisciplinariedad necesaria para avanzar en un proyecto común, coordinado desde lo heterogénea, desde la diversidad de concepciones y de conocimientos.

Nuestra Bascongada ha de desarrollar y potenciar cuantos temas puedan estar vinculados al pasado, al presente y al futuro; debe estar presente en la historia, cultura, sociedad, literatura, en la educación, en la economía, en la nueva Europa y en el mundo, en la ciencias, en las nuevas técnicas y metodologías.

La Bascongada también debe trabajar en todos aquellos campos que puedan fortalecer las inteligencias, las voluntades, el conocimiento, el progreso y la adecuada convivencia de las personas, estrechando los lazos entre los vascos y tratando de alcanzar para el País el emplazamiento que le corresponde y merece en la historia, el mundo y la cultura actual.

El paralelismo entre las circunstancias del nacimiento de nuestra Bascongada y el contexto social actual, y el hecho de que aquel proyecto del siglo XVIII se fundamentase en bases metodológicas y en planteamientos que hoy han adquirido una primacía ideológica impensable hace unas generaciones, debe servir para incentivar nuestra laboriosidad.

El futuro se conquista desde la renovación, la regeneración de ideas, de proyectos, de responsabilidades, de ilusiones, de esperanzas, de valores y de retos sociales. Y el faro que debe guiar este proceso ha de basarse en el trabajo de nuestra Bascongada, alejado del corto plazo y de las urgencias y ritmos políticos... y a la vez brindando su esfuerzo al servicio de la sociedad y de los gestores de la res publica.

El duro contexto de crisis que nos rodea coloca el valor de la formación en el primer plano de nuestras preocupaciones. Y más que nunca es fundamental una Bascongada, firme, consciente del reto que representa atender al objetivo prioritario de formar para civilizar colectivamente el futuro. Más que nunca, los valores de entrega, de dedicación, de motivación, de búsqueda de la calidad y de la eficiencia han de inspirar nuestra actuación.

Hablar de inversión en capital humano o reflexionar sobre valores provoca con demasiada frecuencia una mezcla de escepticismo y desapego. Se asocia a grandilocuentes manifestaciones que inundan los planes estratégicos, convertidos en demasiadas ocasiones en meros fines en sí mismos en lugar de ser elementos instrumentales al servicio de un objetivo finalista concreto. Hay que hacerlo realidad, porque el tejido empresarial vasco necesita, más que nunca, una verdadera y mayor interacción entre empresa, sociedad y universidad. Empresa y Universidad responden a culturas, valores y misiones diversas, pero deben coordinarse más y mejor, deben ir de la mano, deben apostar por la superación de modelos de gestión que les convierten demasiadas veces en compartimentos casi estancos dentro de la sociedad. El triángulo del conocimiento que representa la inversión en educación, investigación e innovación es clave para superar situaciones tan duras como la que está suponiendo esta crisis. Educar, y educar bien, es un reto conjunto para toda la sociedad europea y para nuestra sociedad vasca. Ha de convertirse en el principal proyecto colectivo, que impulse a nuestros ciudadanos hacia horizontes de superación de la crisis actual.

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